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Son realmente útiles las señales de advertencia para prevenir el suicido

Foto del escritor: Hablemos de Suicidio ONGHablemos de Suicidio ONG
Son realmente útiles las señales de advertencia para prevenir el suicido

En las charlas y cursos sobre cómo prevenir el suicidio se insiste con la importancia de prestar atención a las señales de advertencia que supuestamente nos permitirían detectar la presencia del pensamiento suicida en familiares o allegados, y así, de algún modo, impedir que estos pensamientos suicidas sean llevados al acto. Incluso se habla más y con mayor énfasis de la importancia de detectar estas señales que de las acciones que supuestamente seguirían luego de detectarlas. Se sigue en esto un esquema de prevención clásico como el que se podría aplicar en cualquier enfermedad: detección temprana y tratamiento adecuado. Sin embargo, el proceso suicida difiere al menos en dos cuestiones fundamentales de la progresión de una enfermedad. En primer lugar, no existe un método de diagnóstico preciso que nos permita saber si una persona tiene pensamientos suicidas a menos que lo diga, y en la mayoría de los casos no lo dicen. Por otra parte, aún cuando tengamos la certeza de que una persona tiene pensamientos suicidas, por más que nos pese, no existe un tratamiento reglado para detener un proceso suicida o para evitar un acto que siempre dependerá de la voluntad de otro.


Escuchando los testimonios de supervivientes a la muerte de un ser querido a causa de suicidio encontramos ambas situaciones. La mayor parte de ellos nos cuentan que nunca pudieron identificar ningún comportamiento extraño que les permitiera sospechar que su ser querido estaba pensando en el suicidio. En algunos casos pudieron identificar estas señales pero solo evaluándolas en retrospectiva luego de que el acto suicida ocurriera; y por otro lado, los que sí pudieron detectar e identificar a tiempo señales muy claras como intentos de suicidio previos o confesiones explícitas de intenciones suicidas, no supieron cómo manejar la situación porque su ser querido se negó al tratamiento o bien porque este no fue efectivo. Vemos también que estas historias se siguen repitiendo en tiempo presente. Escuchamos a diario la frustración y la impotencia de familiares que habiendo detectado señales de advertencia no saben cómo actuar para frenar la progresión de un proceso suicida que no depende de ellos. 


Nos preguntamos entonces si es útil en las campañas de prevención del suicidio seguir insistiendo con la identificación temprana de señales de advertencia que en la práctica no aparecen, no son detectadas, son minimizadas, son negadas, o cuando se reconocen no se sabe qué hacer con ellas.


Por otra parte, entendemos que algo hay que hacer y reconocemos que la detección temprana de señales de advertencia puede, en algunos casos, ayudar a promover entornos familiares y comunitarios más amables, donde la escucha, la contención y el acompañamiento estén más presentes. Sin embargo, si reconocemos que estos entornos familiares y comunitarios más amables son la mejor herramienta de la que disponemos, no para evitar todos los suicidios sino para que el suicidio sea menos frecuente, ¿no sería mejor, en lugar de seguir insistiendo con la detección temprana de señales de advertencia, asumir que el riesgo de suicidio siempre está presente, haya o no señales de advertencia detectables, y promover este tipo de ambientes más amables, cálidos y contenedores en todos los ámbitos? Esto es lo que intentamos hacer desde Hablemos de Suicidio.


 

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